El Diario Montañés.- Cusi dispuso en la segunda parte de la mejor ocasión para los blanquiazules, un cabezazo que repelió el meta Iván Crespo

Es una frase habitual en estos tramos de la competición. Año tras año. «En estos partidos gana el que más lo necesita». Eso dicen. Y lo cierto es que se suele cumplir. Pero para vencer, además de urgencias y ansias, hay que poder. La Gimnástica quiso, pero le faltó. Talento, acierto, verticalidad y hasta oxígeno en el segundo tiempo. Y el Racing, que llegaba a El Malecón «a ganar», hizo lo justo. No precisó nada más para seguir sumando. Y el derbi. El sonado derbi. El clásico de los clásicos a nivel regional, el estratosférico choque del balompié cántabro… Fue un auténtico tostón supercalifragilisticoespialidoso. No estuvo a la altura de la expectación generada. Empate a cero. A nada. A la Gimnástica le queda mucho que remar y el Racing tiene un pasito más cerca el título.

En las alineaciones no hubo pacto. La Gimnástica salió con todo. El Racing, más de lo mismo. Dani Mori puso sobre el césped un once acorde a lo que se jugaba el conjunto blanquiazul. Iván Ania sólo dio descanso a un Sergio Ruiz que ya se mantuvo sentado en el banquillo siete días antes en el choque frente al Tudelano. Eso, sobre el césped. En la grada, ambientazo. Azul por un lado. Verde por el otro. Y ambos mezclados con el blanco en las zonas de Preferencia y Tribuna, aunque esta vez el acento torrelaveguense fue mayoritario.

Los partidos políticos también jugaron el derbi
El técnico local optó por mantener la calma a la espera de tener su oportunidad. La Gimnástica, replegada pero intensa. Una estrategia apoyada por una grada de Mies de Vega que apretaba en cada acción de mérito blanquiazul como si no hubiese mañana. Un robo, un regate, un córner… Fútbol inglés. El Malecón era una reproducción a escala de Old Trafford en sus buenas tardes. Quien no tenía prisa era el Racing. Cómodo líder, que ve llegar por la S-20 el título de Liga. Los verdiblancos dominaban, sin estrés. Ese le ponían los torrelaveguenses y quizá les pasó factura la prisa en una acción en la que Primo se marchó dentro del área de Julen Castañeda, pero el disparo del delantero se piró en busca del banderín de córner.

La Gimnástica comprobó que el Racing no era tan temible. Y fue creciendo. Paso a paso. Metro a metro. Y el conjunto santanderino, incómodo, era incapaz de dar tres pases seguidos más allá de la línea medular. Así que el dominio verdiblanco eran puros fuegos de artificio. Aunque, con semejante plantel, el gol puede llegar en cualquier momento. Un centro de Buñuel desde la derecha se lo comió Álex Ruiz y el balón acabó en los pies de Barral quien, de espaldas, no acertó a rematar a portería. El gaditano pidió gol a la media hora, en un balón colgado al segundo palo que remató y que Álex Ruiz repelió, presuntamente, más allá de la línea de gol. El árbitro no hizo ni caso al ariete visitante.

A los blanquiazules les faltó calidad y temple en los últimos metros, porque una buena contra liderada por Alberto llegó a Primo, quien recortó dentro del área y cedió atrás para Vitienes, cuyo remate resultó muy defectuoso. Lo cierto es que la Gimnástica no estaba para desperdiciar ocasiones. El derbi alcanzó el descanso cumpliendo con los vaticinios de todos los protagonistas. No así de los asistentes. Mucha igualdad, poco fútbol y los goles para otro rato. Empate a cero y muy poco que contar.

La Gimnástica bajó las escaleras a de los vestuarios de El Malecón con sus ambiciones en línea ascendente, pero los torrelaveguenses han pasado la temporada pagando su escaso mordiente ofensivo y los verdiblancos, con muy poco, eran capaces de llevar un peligro inminente. Con muy poco o con Nico Hidalgo, que es, semana tras semana, el puñal racinguista. El granadino le hizo un roto a Fermín y su tiro con la zurda dentro del área le hizo unas caricias al poste antes de perderse por el fondo norte de El Malecón. Una internada posterior del andaluz, tras un buen pase en profundidad de Rafa de Vicente, culminó con un centro que se paseó por delante de la meta de Álex Ruiz. La Gimnástica apretaba. El Racing percutía.

Los de Dani Mori fueron perdiendo gas y el Racing, al tran-tran, iba ganando metros. El técnico blanquiazul movió el banquillo. Dani Salas y Víctor sustituyeron a Leandro y Vitienes. Por el otro bando, Noguera salió al terreno de juego en lugar de Cayarga. Los blanquiazules necesitaban un poquito más. Los verdiblancos pasaban una tarde relativamente cómoda en los alrededores del parque de La Viesca.

Las caras nuevas no sirvieron de mucho. El ambiente en El Malecón se fue enfriando a cuenta de un partido cada vez más narcótico. Ni ritmo ni ocasiones ni nada con lo que justificar el tiempo de cola en las taquillas o los 25 euros que algunos pagaron por su entrada con la esperanza de ver algo así como el partiduco del siglo. Muy lejos de la realidad.

Lo cierto es que la Gimnástica era un quiero y no puedo. La actitud de los blanquiazules fue impecable, pero les faltó una y otra vez el talento que los verdiblancos apenas usaron. Bien porque no les hizo mucha falta, bien porque la urgencia a estas alturas y con el Mirandés dejándose puntos a cada paso tampoco les aprieta demasiado. Un remate fallido de Cristian Moreno a la salida de un córner ni siquiera encontró la dirección de la portería.

Barral pidió penalti. Lo que le faltaba a la Gimnástica, ya mosqueada con el estamento arbitral. ‘Sigan’, indicó el colegiado. En las gradas se entrecruzaban los lemas. En la blanquiazul, el ‘sí, se puede’. En la verdiblanca empezaba a sonar el ‘hay que echarle huevos’. Y Cusi tuvo la ocasión para haber dejado los tres puntos en casa. Un certero remate después de un saque de esquina le salió demasiado centrado e Iván Crespo se quitó la pelota de encima para evitar problemas.

Y cuando el partido ya apestaba a empate hace un rato, Noguera estuvo a punto de poner el derbi en la cesta para los verdiblancos. El madrileño avanzó por el centro, encontró un hueco y buscó la escuadra izquierda de la meta torrelaveguense. La pelota se marchó fuera por muy poco.

El partido fue tan aburrido que el colegiado decidió ponerle un poco de salsilla en la última jugada con una decisión ridícula. Si en El Molinón se ganó el cariño de los racinguistas, este domingo fue el de los de El Malecón. Fermín placó a Nico Hidalgo para intentar frenar la contra santanderina. La pelota le cayó a Cejudo y Leo Ollo concedió la ley de la ventaja. Cuando la acción terminó, el colegiado navarro le mostró la segunda amarilla a Rozas, que pasaba por allí. «No me jodas Rafa, ha sido el 11», debió pensar el árbitro. De poco le sirvieron al juez la autoinculpación de Fermín y las múltiples protestas. Por fortuna para la Gimnástica, el encuentro finalizado dejó la expulsión en una anécdota y no debería tener problemas para recurrir ante el Comité para que la cartulina le sea retirada.

Con el empate definitivo, la Gimnástica se queda a cinco puntos de la permanencia a falta de cinco jornadas y el Racing se encuentra en condiciones de proclamarse campeón el próximo domingo, si gana al Amorebieta y el Mirandés vuelve a pinchar de nuevo.