Un fin de fiesta agridulce en casa
Adela Sanz (DM).- La Gimnástica araña un empate ante el Sporting B en el último partido en El Malecón de esta temporada, que termina con ovación entre afición y plantilla
Un empate en los últimos cinco minutos y la ovación final de sus aficionados sirvieron como despedida de la Gimnástica, que jugó su último partido de la temporada en casa. Un duelo sin apenas alicientes, más allá del amor propio y la profesionalidad de unos futbolistas a quienes ya no les resta apenas nada por hacer en este curso al que todavía le quedan días de clase pero en el que ya se han despachado las notas.
La Gimnástica ha suspendido y deberá reconstruirse de nuevo, como ya ha hecho otras veces. Como, a fin de cuentas, hacen todos los equipos de futbol cuando las cosas no les salen como hubieran deseado. Llegará el momento de hacer balance, repasar errores, examinar lo que ha marchado según los planes y lo que no, pero todavía resta un partido más y hay que jugarlo. Así es la competición y esas son las reglas que hay que cumplir.
Y faltaba despedirse de su estadio. Mejor dicho, que El Malecón lo hiciera de una categoría a la que espera retornar en un futuro próximo. Porque si algo ha quedado claro esta temporada es que, más allá de los resultados deportivos, el aficionado blanquiazul está a la altura de una Segunda B que no le queda grande. Y los jugadores, por una sencilla cuestión de fidelidad y agradecimiento, merecían despedirse de los suyos dando lo mejor de sí mismos a pesar de todo. No es sencillo tener el respaldo a prueba de bombas del que disfrutan los futbolistas de la Gimnástica, quienes jamás, ni siquiera en los peores momentos de la temporada, ni tampoco ahora, ya descendidos y sin objetivos deportivos, han perdido el apoyo y la confianza de sus seguidores. Este encuentro ante el Sporting B, carente de cualquier aliciente competitivo, era el último en casa en la categoría de bronce. Pero también fue el primero para aquellos jugadores que tuvieron la oportunidad de debutar con la blanquiazul. Como Adrián Peón, que poco pudo hacer en la jugada del gol y que cuajó una más que aceptable actuación. O como el juvenil Casta, que debutó con el primer equipo en su estadio, ante sus aficionados, y en Segunda B, acontecimiento que sin duda no olvidará.
Como era de esperar, Dani Mori introdujo cambios en la alineación titular. Las seis bajas –tres sancionados y tres lesionados– obligaban a ello. Además, el hecho de que ya no quedase nada en juego una vez consumado el descenso invitaba a ello. El principal, la inclusión de Adrián Peón en el once. El joven portero, después de una campaña a la sombra de su compañero Álex Ruiz, dispuso finalmente de la ocasión de debutar en competición oficial con la Gimnástica. Del resto de la alineación destacó la presencia de Jaume Pol en el centro de la defensa, la colocación de Alberto en el doble pivote junto a Cusi –Palazuelos se situó por detrás de Primo– y la de Dani Salas en la línea media, abierto a la banda derecha.
Después de un inicio pausado, la primera ocasión fue para los blanquiazules. Recuperación en el centro del campo, apertura a la derecha, donde Primo recogió el balón, avanzó y, después de driblar al guardameta, se escoró demasiado y sin posibilidad de chutar envió un centro al área. Allí, Palazuelos lo recogió, se lo pasó a Rozas y este remató mal. Una buena oportunidad que, finalmente, terminó deslavándose.
Bien la Gimnástica el primer cuarto de hora, en el que los asturianos apenas inquietaron a la defensa torrelaveguense. Su primera ocasión llegó poco después, aunque fue más el resultado de un descuido local que de su acierto, tras un balón que tocó Alberto hacia atrás y Peón dejó pasar por la línea de fondo, muy cerca del poste derecho.
Primer aviso
Fue solo un aviso. La siguiente oportunidad, sin embargo, no se quedó solo en eso. En un lanzamiento de falta de Pedro Díaz desde la derecha, Ramiro, en un forcejeo con un adversario, la tocó hacia atrás dentro del área y marcó en propia meta. Primer revés para los de Mori, que poco antes había tenido que retirar del césped a Rozas, lesionado, y dar entrada a Leandro en su lugar.
Tras el gol, la Gimnástica trató de reponerse, y casi logró empatar en una acción de Dani Salas, que avanzó por la derecha y chutó raso y cruzado, pero el lanzamiento se le fue rozando el poste. Se trató más de una ocasión aislada, resultado de un esfuerzo individual, que consecuencia del juego colectivo. Llegar al área no ha sido un problema para los torrelaveguenses, que cuentan con recursos para ello, pero adolecen de esa pegada que ha supuesto una condena durante toda la temporada.
El filial del Sporting dominó en los últimos minutos de la primera parte y pudo incluso haber liquidado el choque. Pelayo Morilla tiró a puerta y Fermín, muy oportuno, sacó el balón bajo palos cundo parecía un gol cantado. Poco antes del descanso Cusi dispuso de su oportunidad para empatar, pero remató suave y desviado, malogrando una magnífica ocasión.
La primera mitad, en suma, no ofreció demasiado fútbol. Se notaba esa falta de tensión competitiva, algo esperado por otra parte cuando ninguno de los dos equipos se jugaba otra cosa que su orgullo. No resulta sencillo jugar en estas condiciones, cuando lo que se espera es que el tiempo pase lo más rápido posible y terminar de una vez. Pero hay que jugar, a pesar de todo, y tratar de hacerlo lo mejor posible, sin dejarse arrastrar por la desidia.
Los blanquiazules pelean por una cuestión de orgullo. Certificado el descenso, hay que buscar un objetivo, el que sea, para que el final no se haga eterno. Y lo único que queda ahora es luchar por no quedar el último y mejorar los propios registros. Tras el descanso, el Sporting B arrancó con más intensidad que los torrelaveguenses, y resultado de ello fue una buena ocasión en los primeros diez minutos. En un saque de esquina, Garci recogió un balón despejado por la defensa y, sin dejarlo caer, de volea, remató a puerta. Peón, en un alarde de reflejos, lo desvió por encima del larguero, evitando de nuevo el gol de los rojiblancos (de verde ayer).
Daba la impresión de que, de no aprovechar la Gimnástica alguno de sus remates, el gol iba a caer del lado visitante, en una de las contras del conjunto gijonés. En realidad, en este tramo del partido daba la impresión de que no iba a suceder nada. Flojo el equipo de Mori e igualmente flojo su oponente. Nada extraño ni tampoco merecedor de un juicio severo cuando lo que falta es la motivación necesaria, sin la cual se carece de energía suficiente para que prenda esa chispa de electricidad que caracteriza a los partidos en los que hay algo en juego.
En un escenario semejante, las pocas ocasiones se hicieron notar más y despertaron el ánimo adormecido de los espectadores. Como la de Alberto, que chutó desde fuera del área y dio la oportunidad a Javi Benitez de exhibirse en una gran intervención plena de reflejos y velocidad. A falta de poco más de un cuarto de hora para el final Dani Mori le dio la oportunidad de debutar a uno de los juveniles convocados para este partido. Casta entró por Dani Salas. Fue el último cambio del técnico blanquiazul, que poco antes había introducido en el campo a Gio Navarro, al que había dejado su sitio Primo.
Reparto de puntos
Tal y como se veía a ambos rivales, la impresión general era de que el marcador no se iba a mover de nuevo. El Sporting ofrecía la impresión de no estar desplegando todo su potencial, y a pesar de ello se le veía cómodo y confiado en sus fuerzas. La Gimnástica, contagiada de esa falta de entusiasmo, se dejó arrastrar por la parsimonia de su oponente y fue dejando pasar los minutos, que se iban escurriendo poco a poco. Solo las acciones individuales podían salvar este encuentro.
Y así fue. Gio Navarro, que ha disfrutado de muy pocas oportunidades desde que llegara en el mercado invernal, se fabricó la jugada del empate. En una acción personal, se adentró en el área, dribló a un defensa y perdió la opción de tiro, pero al irse hacia la izquierda fue derribado por un oponente. El propio delantero se encargó de ejecutar el penalti con un duro disparo al centro de la portería ante el que nada pudo hacer el guardameta de los asturianos. En el tramo final del choque la Gimnástica buscó el tanto de la victoria. Alentados por el gol del empate y jaleados por una afición incondicional, lo intentaron, pero apenas dispusieron de oportunidades ni tiempo para hacerlo.
Al final lograron salvar un punto, resultado que hizo justicia a un duelo en el que el equilibrio fue la nota dominante dentro del tono monocorde general. Esta vez faltó ese remate a la desesperada dentro del área, ese gol en el tiempo añadido, esa alegría desbordada después del pitido final.