Fútbol | Copa del Rey

Los de Pablo Lago salieron desdibujados y se vieron dominados por los riojanos en el primer tiempo, tiraron de oficio en el segundo y cayeron tras la prórroga ante un adversario más resolutivo

Jueves, 6 septiembre 2018.- No reservó ni despreció el torneo del KO. Al contrario. La Gimnástica aspiraba a algo grande. Pero la tarde estaba de que no. Como el Calahorra, que eliminó a la primera a los torrelaveguenses en la Copa. Y de la forma más dolorosa. En los penaltis. Esos que tanto ensayaron. Luis Alberto y Camus, el tirador habitual, fallaron. A uno se lo paró Gonzalo.El otro la echó fuera.Pero los penaltis solo los fallan quienes toman la responsabilidad de lanzarlos.Por muy tópico que resulte, es cierto. Los blanquiazules no tomarán otra ronda.

El caso es que el torneo de la ilusión truncó de raíz las expectativas cántabras con un empate y posterior derrota en las penas máximas (4-2) que termina precipitadamente con muchas esperanzas.Las de una Gimnástica que tal vez fuera inferior durante el primer tiempo, pero demostró después oficio y saber hacer.

Y es que los de Pablo Lago se habían marcado como objetivo poco menos que inexcusable pasar la eliminatoria. Por lo deportivo, por supuesto. Por dar otra alegría y devolver el apoyo a una afición a la que le ha tocado ser muy sufrida durante el último lustro y darle una alegría en la competición más ilusionante.

Pero también por lo económico, porque superar rondas en la Copa permite recaudar un jugoso botín de taquilla, derechos federativos y, si cuadra, incluso televisivos. Y en plena autarquía, con cerca de un millón de euros de deuda, a los blanquiazules no les venía nada mal aspirar a esa tercera ronda en la que entran los equipos de Primera. Y los premios gordos que constituyen Barça y RealMadrid.

El primer golpe, el que comenzó a despertarles del sueño, llegó tan temprano que los gimnásticos no tuvieron tiempo de entrar siquiera en fase REM. Y lo sentenció un viejo conocido de la afición cántabra: Javi Barrio. Porque ‘Pelos’, aunque criado en Logroño, se forjó para el fútbol en Cantabria. A los cuatro minutos el central aprovechaba un rechace a balón parado (el poste había escupido el disparo del Calahorra) para batir a Álex. Sí, a Álex, como estaba a previsto, y no a Adrián Peón. Jugaba el portero titular; sin rotaciones. Prueba de lo mucho que estaban dispuestos a dar los blanquiazules por seguir adelante en la Copa.

El tanto aturdió a los visitantes, que tampoco había salido muy entonados. Solo dos acometidas de Nacho y Cagigas pusieron durante el primer tercio en duda el dominio calagurritano. Los de Miguel Ángel Sola incluso marcaron un segundo tanto que no subió al marcador después de que se parara el juego por una falta sobre Álex.

A la media hora los visitantes parecieron resucitar, con un par de internadas de Cusi y Luis Alberto, pero resultaba evidente que no tenían el día. Sus disparos no llevaron verdadero peligro y acto seguido tanto Txomin como Ubis tuvieron ocasión de marcar el segundo.

El partido era local y al descanso la única sensación que quedaba era el consuelo de haber llegado en desventaja, pero aún vivo, porque después de aquel madrugador primer tanto siempre estuvo más cerca la sentencia de los locales que el empate de los de Pablo Lago. Mucho tenía que cambiar para remontar el partido, porque el Calahorra lo había puesto hasta entonces todo: los goles, el juego y el dominio pese a la última internada de Fer antes de enfilar los vestuarios. En definitiva, un equipo muy superior a una Gimnástica con solo cuatro cambios respecto al equipo que tan buena imagen ofreció el sábado en Santa Ana ante un aspirante al ascenso como el Bilbao Athletic.

Reacción
Algo más espabilados salieron los cántabros en el segundo tiempo. Al menos el público de La Planilla se enteró bien pronto de que su portero era Gonzalo. Como comprobó el tamaño de su portería cuando Camus puso en juego una falta que Luis Alberto cabeceó mal al poste en un partido que parecía poder desequilibrarse solo a balón parado. Los gimnásticos rozaron el empate en lo que fue el aviso; el prólogo del empate. Los riojanos les habías despertado de un bofetón a los cuatro minutos y ahora no estaban dispuestos a volver a dormirse.

Después de que Txomin reclamara un penalti en el área cántabra, Nacho empató el partido a pase de Borja Docal. Se igualaban así las fuerzas en un duelo en el que los gimnásticos tenían quizá demasiado premio, al menos de acuerdo al meritoriaje de unos y otros. Pero los de Pablo Lago también habían sabido sufrir. Y eso cuenta mucho en el fútbol. Tanto como la veteranía y oficio del pejino, que vive una segunda juventud en la Gimnástica. La acción, por cierto, había nacido de nuevo de Fermín, muy entonado en su banda.

Y por un momento todo cambio. El Calahorra, hasta entonces muy superior, de repente se quedó aturdido. En estado de shock. Lo había hecho todo bien. O al menos mejor que su rival. Pero le habían devuelto a la casilla de salida. Comprobaba por las malas que esta nueva Gimnástica tiene oficio y sabe sufrir.

Rodri y Auzmendi intentaron devolver la ventaja a los suyos, pero la defensa gimnástica había escarmentado de la mala experiencia del arranque de partido. La primera la desbarató un Camus omnipresente en la cobertura, como ya había hecho poco antes con otro ataque riojano. La segunda se fue fuera cuando lo más sencillo parecía batir a Álex de disparo cruzado.

Incluso tuvo la Gimnástica la sentencia a cinco minutos para el final, cuando Nacho, de nuevo talismán blanquiazul, cabeceó ante la portería riojana obligando a Gonzalo, esta vez sí, a lucirse para evitar un tanto que podía haber resultado definitivo. Y es que los de Sola no parecían en condiciones de soportar un segundo mazazo psicológico; otro tanto mientras dominaban el partido.

El final del tiempo reglamentario no llevó más goles, pero sí emoción. Mucha emoción .La de Nacho a punto de sentenciar la eliminatoria. Y la de Badarca reclamando penalti, pero Usón no quiso saber nada de lo que parecía, efectivamente, una pena máxima.

El tiempo añadido dejó ver el cansancio acumulado. Y el miedo a perder. Y las dudas entre buscar el gol o jugársela en los penaltis. En un partido con más trabajo, con menos despliegue físico de dos equipos que habían encajado unos cuantos golpes, la contienda se igualó. Incluso tuvo la Gimnástica ciertos momentos de claridad, aunque la mejor ocasión fue de nuevo local. Y otra vez demostró Álex que la Gimnástica tiene portero; un seguro sobre la que construir después el juego con la tranquilidad de ver protegida su meta.

Antes de llegar a los penaltis Víctor tuvo en sus botas la posibilidad de clasificar a los suyos. Como Gabri Ortega pudo hacerlo acto seguido para el Calahorra. Pero ya era tarde hasta para el gol y la eliminatoria se decidió en la suerte máxima. Esa que Pablo Lago ensayó con mimo y minuciosidad durante la semana, clarividente ante una posibilidad que al final se transformó en certeza: la de los once metros. La que le fue esquiva a la Gimnástica